El sol, hechicero albino,
revuelve sus ecuadores
y se agitan en los campos
olas de enero y de norte.
Sobre el río del camino
troperos de fuego y cobre
van remolcando las reses
hacia el puerto de los montes.
Pétreos hombros trashumantes,
negros ojos oteadores,
sapukai de metal duro,
pial sonoro en el galope.
Los ponchos tienen remiendos
de madrugadas y noches
cosidos con los hilvanes
de las lluvias y los soles.
Pausas de boliche y caña,
tragos de polka y fogones,
grupo gaucho que el estero
va revelando en su azogue.
Todo el campo verdirrubio
lo miden a tranco y trote
y en las cintas de las leguas
se van quedando sus nombres...
Hermenegildo Chamorro,
Mincho Medina, Juan Torres,
Corazón de la Cruz Leiva,
Chico Obregón, Panta Gómez...
Troperos de mi Corrientes,
ñandubais con talla de hombres,
sangre brava que alimenta
la avidez del horizonte.
revuelve sus ecuadores
y se agitan en los campos
olas de enero y de norte.
Sobre el río del camino
troperos de fuego y cobre
van remolcando las reses
hacia el puerto de los montes.
Pétreos hombros trashumantes,
negros ojos oteadores,
sapukai de metal duro,
pial sonoro en el galope.
Los ponchos tienen remiendos
de madrugadas y noches
cosidos con los hilvanes
de las lluvias y los soles.
Pausas de boliche y caña,
tragos de polka y fogones,
grupo gaucho que el estero
va revelando en su azogue.
Todo el campo verdirrubio
lo miden a tranco y trote
y en las cintas de las leguas
se van quedando sus nombres...
Hermenegildo Chamorro,
Mincho Medina, Juan Torres,
Corazón de la Cruz Leiva,
Chico Obregón, Panta Gómez...
Troperos de mi Corrientes,
ñandubais con talla de hombres,
sangre brava que alimenta
la avidez del horizonte.
Poema de Osvaldo Sosa Cordero
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