Yo conocí un cazador
que en una cimbra de nácar
cazó un pájaro cantor
y le hizo crecer la alas.
Y le hizo crecer las alas
y conocer cielos altos
y le mostró con los dedos
cielos azules y claros.
Era una cimbra de nácar
que se abría y se cerraba
la calandria estaba dentro
pero el pájaro volaba.
Era una cimbra de nácar
y de un marrón manoseado
con ocho liras de plata
por las esquinas, en los costados.
Y dicen que los zorzales, los tordos y los jilgueros
soñaban en sus cantares
con el viejo carcelero.
El cazador de ojos tristes
y la mirada inocente,
al que le sobraba alpiste
el Patriarca de los duendes.
Cerró sus ojos un día,
en un verano caliente
se durmió como quería,
en verano y en Corrientes.
Yo conoci al cazador
de la calandria y el trino...
al de la cimbra marrón
al de Alvear, el correntino...
Poema de Juan Carlos Jensen
Transcripción por Alejandro Aristimuño
que en una cimbra de nácar
cazó un pájaro cantor
y le hizo crecer la alas.
Y le hizo crecer las alas
y conocer cielos altos
y le mostró con los dedos
cielos azules y claros.
Era una cimbra de nácar
que se abría y se cerraba
la calandria estaba dentro
pero el pájaro volaba.
Era una cimbra de nácar
y de un marrón manoseado
con ocho liras de plata
por las esquinas, en los costados.
Y dicen que los zorzales, los tordos y los jilgueros
soñaban en sus cantares
con el viejo carcelero.
El cazador de ojos tristes
y la mirada inocente,
al que le sobraba alpiste
el Patriarca de los duendes.
Cerró sus ojos un día,
en un verano caliente
se durmió como quería,
en verano y en Corrientes.
Yo conoci al cazador
de la calandria y el trino...
al de la cimbra marrón
al de Alvear, el correntino...
Poema de Juan Carlos Jensen
Transcripción por Alejandro Aristimuño
Tremendo poema, metáfora de Don Isaco. Maravilla
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