martes, 30 de diciembre de 2014

Trébol de Ases - Corrientes mi tierra (poema)

Quizás... quizás conozcas mi tierra
porque todos, todos hablan de ella...
De sus corsos, sus dorados,
del Yberá y sus leyendas.
Pero puedo asegurarte
que esa síntesis apenas
muestra partes muy mezquinas
de todo lo que ella encierra.

Quizás... quizás conozcas mi tierra
porque todos, todos hablan de ella...
Del cariño que su gente
al que llega la profesa,
de sus mujeres hermosas,
de su linda Costanera,
y ese puente majestuoso que aquí,
aquí hincó su cabecera.

Quiero hermano que conozcas
más de cerca sus vivencias,
quiero hablarte del origen
de esa música tan nuestra
cuando ancestrales acordes
nos reviva un bandoneón
y se alcen desde el recuerdo
bailantas chamameceras!

Corrientes... Corrientes
más que una tierra
es orgullo y sentimiento.
No ha de ser un correntino
el que retroceda por miedo,
sino... sino que diga la historia
sin faltó en un entrevero
un soldado de esta tierra
por desertar de su puesto.

Que nuestra música propia
echó raíz en el pueblo
como si fuera la sangre
que florecida en arpegios
se levanta de la tierra
con Isaco y su instrumento,
con Sergio, con Matías,
con Alfredo y Salvador
Salvador! que es la voz del sentimiento...

Vení, vení hermano a mi provincia
y verás que en poco tiempo
has de tratar de chamigo
al que se ganó tu afecto.
Llevarás de los chivatos
la simpleza de mi gente
y has de gritar nuestro orgullo:
que hermosa tierra es ¡Corrientes!


Poema de Lino Mancuello
Transcripción por Alejandro Aristimuño

lunes, 22 de diciembre de 2014

Osvaldo Sosa Cordero - Cuchillero (poema)

¿Correntino? hummm ¡guarda...! ¡Cuchillero!
¡Linda fama...! Nació sabe Dios cuándo,
ni cómo ni porqué. Lo real, lo cierto
es que el varón de ese rincón de patria
carga con ella desde viejos tiempos.
¿Con razón? Puede ser, según se ubique
la hoja de su acero
en el tope entrador de una tacuara
y entre la tolvanera del recuerdo
lo veamos blandir como una antorcha
de libertad, la llama de ese fierro,
avanzando, avanzando entre una nube
de clarinadas, gritos y atropellos
de encabritados fletes y trabucos
que escupen moras a los cuatro vientos...
Correntino, ¡centauro cuchillero!
Avanzando con San Martín, el grande,
semidiós sempiterno,
y con aquel sargento inolvidable:
Cabral, el saladeño,
que escribiera su página de historia
avanzando hacia el bronce en San Lorenzo.
Y después con Belgrano
-¡tambor de Tacuarí concepcionero!-
y con Berón de Astrada,
cosechando las rosas del Martirio
de Pago Largo en el infierno cruento.

Avanzando sin tregua en Caa Guazú
con Paz y sus regiones de escueleros,
en el Arroyo Grande, en Ibajahi
y en el Rincón de Vences, el funesto.
Furia rampante en las caballerías
de Lagraña y de Cáseres; portento
que levantara en triunfo a Madariaga
allá en Laguna Brava, tras el hecho
milagroso de aquella promesera,
guía gloriosa del glorioso encuentro.

Siempre avanzando anduvo el cuchillero,
ya en el Combate de la Batería
o en Tuyutí, con Mitre, el leal porteño;
o en Ñaembé, escoltándolo a Baibiene
sobre líneas tendidas a dos fuegos,
donde López Jordán perdió el penacho
de su altivez de bravo montonero.
Avanzando en Infrán, entre girones
de heroísmo rabioso, muerte en pecho,
de cara hacia la historia
¡sin conocer el deshonor del miedo!
Y después, en la paz, sobre las cruces
que germinaron en el patrio suelo,
siguió avanzando inexorablemente
la epopeya sin paz del cuchillero.
Honra, vida y hacienda a la deriva
buscaron la custodia de su fierro;
su sola ley fue aquella del más fuerte
y en la lucha tenaz no halló sosiego.
Así, a coraje limpio, el correntino
su libertad y honor fue defendiendo;
de allí que no le dañe ni le ofenda
su fama de temible cuchillero.

El otro, el bravucón de mostradores,
aquel que tras las copas va perdiendo
su dignidad de hijo de una tierra
que hizo valer con sangre sus derechos,
ese mal correntino ni siquiera
merece que lo llamen cuchillero.
Ese tiene otro nombre y ese nombre
es, en castigo, su baldón más negro.
Porque el hijo cabal, el del terruño
de la cruz del milagro reverendo,
que tiene a Yapeyú por noble cuna
del más probo varón de nuestro pueblo,
debe, por tradición y por principio,
honrar el santo nombre que le dieron:
correntino, para llevarlo en alto
¡jamás para arrastrarlo por los suelos!


Poema de Blas Martínez Riera - Osvaldo Sosa Cordero
Trancripción por Alejandro Aristimuño

domingo, 14 de diciembre de 2014

Juan Carlos Jensen - De pájaros y cimbras (poema)

Yo conocí un cazador
que en una cimbra de nácar
cazó un pájaro cantor
y le hizo crecer la alas.

Y le hizo crecer las alas
y conocer cielos altos
y le mostró con los dedos
cielos azules y claros.

Era una cimbra de nácar
que se abría y se cerraba
la calandria estaba dentro
pero el pájaro volaba.
Era una cimbra de nácar
y de un marrón manoseado
con ocho liras de plata
por las esquinas, en los costados.

Y dicen que los zorzales, los tordos y los jilgueros
soñaban en sus cantares
con el viejo carcelero.
El cazador de ojos tristes
y la mirada inocente,
al que le sobraba alpiste
el Patriarca de los duendes.

Cerró sus ojos un día,
en un verano caliente
se durmió como quería,
en verano y en Corrientes.

Yo conoci al cazador
de la calandria y el trino...
al de la cimbra marrón
al de Alvear, el correntino...


Poema de Juan Carlos Jensen
Transcripción por Alejandro Aristimuño

Chamamé (poema)

Chamamé, palabra-alma,
desde el origen de los tiempos;
nace de la poesía y la plegaria,
del grito y el silencio.

Raíz del insomnio y el sueño,
música que abraza
lo hispano-amerindio
y lo afroamericano
en la comunión y el trance,
en el baile y el canto,
en la rutina y el ensueño.

Se lo escucha bajito
en una reducción jesuítica
y en el tam tam afro
que recrea el latido
del monte y la lujuria,
el pulso del fuego
y el bullicio tímido del agua;
sakupay afrodisíaco y divino,
entre la tragedia y el júbilo,
entre la piedad y el desenfreno.

Chamamé, te quieren definir
pero te resistís indomable
teniendo el sentimiento
de tu libertad insospechada.
Te quieren condenar
a que no experimentes
con tus incontenibles sueños,
con tu arrebatadora fantasía.

No advierten que tu furia interior
está hecha de tradición genuina
y hambrienta innovación,
de búsqueda sin retorno
tras la Tierra Sin Males.

Todo el universo en tu destino,
siendo una parte humilde
de la excelsa creación.
Música salvaje y refinada
que vuelve a sus orígenes
sin abandonar el camino
de los horizontes aún desconocidos.


Poema de Martin Alvarenga

Atilio Puchot - Sapucay de triunfo macho


  C
Fuerza bravo correntino,
                          A7          Dm
fuerza que el gigante ya cayó,
                                     G7
bebe de su sangre taninera
que otros quebrachos esperan
                               C
tu destreza y tu valor.
Grita correntino macho,
                        A7             Dm
grita que ya viene el cachapé,
                                           G7 
llevará el rollizo hasta la playa
y tu temple laborioso
                                  C
ha de continuar con fe.


II
E                               Am       
Sapukay de triunfo macho,
F                             C
en tu garganta estará
                                  F 
aguardando ese momento,
                                   G7
cuando el coloso gimiendo
                               C
haga la tierra temblar.


I
Chaco, norte monte adentro,
brazo fuerte, hacha y sapukay,
amarguras, llanto y esperanza
que alimentan su añoranza,
su terruño y su solar.
Grita correntino macho,
la frente perlada de sudor,
que has de dar tu granito de arena
por nuestra Argentina buena
que mujer e hijos te dió.


II (repite)
Sapukay de triunfo macho...


(cierre)
   Dm    Fm                  C 
...aguardando ese momento,
                  A7           Dm
cuando el coloso gimiendo
         G7                C
haga la tierra temblar.


Letra de Cacho Saucedo - Música de Blasito Martínez Riera
Acordes por Alejandro Aristimuño

viernes, 5 de diciembre de 2014

Osvaldo Sosa Cordero - Troperos (poema)

El sol, hechicero albino,
revuelve sus ecuadores
y se agitan en los campos
olas de enero y de norte.
Sobre el río del camino
troperos de fuego y cobre
van remolcando las reses
hacia el puerto de los montes.

Pétreos hombros trashumantes,
negros ojos oteadores,
sapukai de metal duro,
pial sonoro en el galope.
Los ponchos tienen remiendos
de madrugadas y noches
cosidos con los hilvanes
de las lluvias y los soles.

Pausas de boliche y caña,
tragos de polka y fogones,
grupo gaucho que el estero
va revelando en su azogue.

Todo el campo verdirrubio
lo miden a tranco y trote
y en las cintas de las leguas
se van quedando sus nombres...

Hermenegildo Chamorro,
Mincho Medina, Juan Torres,
Corazón de la Cruz Leiva,
Chico Obregón, Panta Gómez...

Troperos de mi Corrientes,
ñandubais con talla de hombres,
sangre brava que alimenta
la avidez del horizonte.

Poema de Osvaldo Sosa Cordero