Por los caminos bermejos
avanzan los domadores,
potentes pechos al viento
sobre cuatro redomones.
Huelen a verano y cuero,
mascan tabaco salobre,
hablan su idioma paisano
con sabor a miel y monte.
Se dirigen a la doma,
torneo de astucia y porte,
con los muslos de quebracho
y las muñecas de roble.
El campo, pariendo potros,
les tiende metal de soles
para que graben su hazaña
los viriles domadores.
Curvas de sudor y crines
decoran el horizonte
y el sapukai taja el coro
de relinchos y estertores.
Dos voluntades en pugna,
cuatro cascos en redoble
y un final de espumarajos
para un vencedor de bronce.
En el campo de Corrientes
florecido de varones
graban así sus hazañas
mis paisanos domadores.
avanzan los domadores,
potentes pechos al viento
sobre cuatro redomones.
Huelen a verano y cuero,
mascan tabaco salobre,
hablan su idioma paisano
con sabor a miel y monte.
Se dirigen a la doma,
torneo de astucia y porte,
con los muslos de quebracho
y las muñecas de roble.
El campo, pariendo potros,
les tiende metal de soles
para que graben su hazaña
los viriles domadores.
Curvas de sudor y crines
decoran el horizonte
y el sapukai taja el coro
de relinchos y estertores.
Dos voluntades en pugna,
cuatro cascos en redoble
y un final de espumarajos
para un vencedor de bronce.
En el campo de Corrientes
florecido de varones
graban así sus hazañas
mis paisanos domadores.
Poema de Osvaldo Sosa Cordero
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