Sapukai...!
Grito largo inconfundible,
a veces reto y soberbia,
a veces paz y alborozo.
Alarido de la tierra
que sube desde su entraña
y en la sangre forcejea.
Voz total del correntino;
pendón, resabio y herencia,
aliento entre las picadas
si el cachapé ya se queda
y son triunfal del esfuerzo
cuando el pantano supera
pregón de sostén y alarde
gozo domando la bestia.
Provocación insolente
invitando a la pendencia
cuando la caña se inflama
en odios y en borracheras.
Arabesco gutural
al chamamé y su cadencia
y aplauso ingenuo y rendido
al mozo que zapatea.
Pura adhesión al caudillo
que va explotando miserias
voz de atavismo y de clima
que desahoga latencias
rudo y bárbaro incentivo
que enardece y que libera.
La sangre así sacudida
corre mejor por las venas.
Letra: Franklin Rúveda
Música: Antonio Tarragó Ros
Grito largo inconfundible,
a veces reto y soberbia,
a veces paz y alborozo.
Alarido de la tierra
que sube desde su entraña
y en la sangre forcejea.
Voz total del correntino;
pendón, resabio y herencia,
aliento entre las picadas
si el cachapé ya se queda
y son triunfal del esfuerzo
cuando el pantano supera
pregón de sostén y alarde
gozo domando la bestia.
Provocación insolente
invitando a la pendencia
cuando la caña se inflama
en odios y en borracheras.
Arabesco gutural
al chamamé y su cadencia
y aplauso ingenuo y rendido
al mozo que zapatea.
Pura adhesión al caudillo
que va explotando miserias
voz de atavismo y de clima
que desahoga latencias
rudo y bárbaro incentivo
que enardece y que libera.
La sangre así sacudida
corre mejor por las venas.
Letra: Franklin Rúveda
Música: Antonio Tarragó Ros
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