Corrientes estira el cuero
de su novillo mestizo
estaqueado bajo un sol
de furores incisivos.
Huele a tibio vegetal,
a limón recién partido.
Las llagas de sus lagunas
ostentan flores de alivio
y bulle su sangre fuerte
por la arteria de sus ríos.
Sobre su tierra de potros
florecen los alaridos
y en su selva merodean
los viejos duendes del mito.
de su novillo mestizo
estaqueado bajo un sol
de furores incisivos.
Huele a tibio vegetal,
a limón recién partido.
Las llagas de sus lagunas
ostentan flores de alivio
y bulle su sangre fuerte
por la arteria de sus ríos.
Sobre su tierra de potros
florecen los alaridos
y en su selva merodean
los viejos duendes del mito.
Con mieles de sus cordionas
endulza un cantar antiguo
que desata en taconeos
en su baile campesino,
mudo rito que se rompe
con risotadas y tiros
cuando Añá clava en las venas
los aguijones del vino
y están las rudas paisanas
curvando sus desafíos
y va la noche encendiendo
relámpagos de cuchillos.
Que la tierra de Corrientes
ostenta por atavismo
blasón de cuatro cuarteles:
valor, celo, reto y filo...
Poema de Osvaldo Sosa Cordero
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